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Apuntes Generales: Evolución histórica de la economía agraria en Chile (CTO)

Apuntes Generales:

Evolución Histórica de la Economía Agraria en Chile

“La revolución ocurrida en las relaciones de producción agrarias durante las últimas décadas es probablemente una de las transformaciones sociales más profundas que ha tenido lugar en la historia del país”.

Perspectiva Histórica:

Del Inquilino y la Hacienda hasta el Temporero y la Agroindustria.

Realizar una relación entre el inquilino de antaño y el actual temporero, no es una labor antojadiza, ya que en su análisis podemos establecer relaciones interesantes, no sólo en lo socio-cultural, pues como trataremos de explicar brevemente, la instauración de un modelo económico de carácter capitalista en nuestro país, genera cambios estructurales al interior del modelo de producción en el campo, hecho que no se encuentra aislado de las mismas transformaciones políticas.

El inquilinaje como tal, podríamos afirmar que se presenta como un “sistema de transición”, entre el sistema de la encomienda del período colonial y el régimen capitalista actual, en los cuales el trabajador, no era dueño en ningún caso de la tierra que buscaba producir. Dicha situación en nuestra actualidad ha llevado a un crecimiento importante del proletariado del campo, en el marco de la profundización del capitalismo en esta área.

Por otro lado, hasta la década del 50’ el sistema de haciendas continuaba plenamente vigente, como unidad de producción y un 50% de la población rural estaba en alguna labor relacionada a ella, pero el nuevo modelo productivo impulsado transformó estas “relaciones de carácter precapitalistas”, es decir, la hacienda vista como “empresa agrícola” (rasgos semi-feudales) es reemplazada por una netamente “capitalista”, en la cual se inserta la actual agroindustria. En este sentido, es importante destacar que el paso de un régimen a otro, no es ajeno a la implantación de medidas tendientes a instaurar el modelo económico ISI (Industria de Sustitución de Importaciones), pues para lograrlo era un prerrequisito esencial la modernización del sector agrícola.

Ahora bien, establezcamos algunas comparaciones entre un sistema y otro:

- Si nos referimos a la explotación del trabajador en el “sistema de inquilinaje”, por el lado del latifundista, él se apropiaba directamente del tiempo de trabajo del inquilino, quien a diferencia del actual temporero, era dueño en algunos casos de los medios de producción y podía tenía una pequeña autonomía en las decisiones económicas.

- En cambio en la actualidad, la explotación por parte del empresariado agroindustrial cobra la forma de apropiación del valor del producto excedente que realiza el trabajador. Como éste, no posee medios de producción, o no los posee en la cantidad suficiente, se ve obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista (plusvalía).

- Ese “tiempo excedente” en los inquilinos, era apropiado gratuitamente por el latifundista, sometiéndolo a la producción directa de valores de uso de goce personal e incluso familiar, por lo mismo, el poder y la riqueza de éstos se sustentaba en el número de inquilinos que tenia a su disposición, y sus límites, en la cantidad de valores de uso de que podían usufructuar. Ejemplo de ello, son las innumerables haciendas que se encontraban con escasos niveles de producción al momento de la reforma agraria.

- En cambio, para el empresario agroindustrial la riqueza y el poder, se basan en la cantidad de plusvalía de la que es capaz de apoderarse y ésta, a diferencia de los valores de uso que interesan al terrateniente, es ilimitada.

- Otro elemento a destacar brevemente, es aquella diferencia no menos importante entre aquel latifundista y el actual empresario hacia la posesión de la tierra; ya que mientras el primero mantenía una relación histórica e incluso de carácter espiritual, el segundo se presenta sin una clara identificación histórica y más cosmopolita.

- En lo político-electoral, para el proceso de concientización y luchas posteriores, la aparición de los primeros partidos de la clase obrera, son fundamentales en la organización del campesinado. A lo que se suma, la ampliación del sistema electoral, donde el campesinado en general fue directamente influenciado por la práctica corriente del “cohecho”, lo que permitió al latifundista proyectarse en el parlamento, situación que en la actualidad se mantiene vigente con nuevas formas.

En síntesis, la transformación del inquilino en proletario rural, habituado a un régimen de hacienda paternalista, es cambiado por un trabajador asalariado.

Reforma Agraria, Contrarreforma y Proyecciones.

En el desarrollo de la reforma agraria podemos encontrar distintas rutas, casos como la llamada “reforma de macetero” de Jorge Alessandri Rodríguez, las medidas tomadas por Eduardo Frei Montalva y la reforma propiamente tal impulsada por la Unidad Popular. Este proceso, por tanto, que buscaba originalmente la distribución de la tierra de los latifundios a los campesinos, en la perspectiva del desarrollo económico en el campo, tuvo una conducción contradictoria, porque entre los grupos sociales y políticos que lo impulsaban se encontraban en sus distintas etapas, fracciones burguesas y obreras.

Es durante la U.P. donde se profundizan los objetivos de la reforma; como la eliminación del latifundio, la redistribución de la tierra, y el fortalecimiento del sindicalismo campesino, pero cabe precisar que en sus orígenes la reforma es aplicada claramente “desde arriba”, desde la dirigencia política y económica, para luego lentamente ser tomada como bandera de lucha por el campesinado. De hecho, la mayor parte de las primeras huelgas y tomas de latifundios llevan como consigna reivindicaciones económicas y laborales, para luego dar paso a las luchas por la posesión de tierra.

Luego la dictadura cívico-militar realizó una contrarreforma, regresando parte importante de la tierra expropiada a sus antiguos dueños, pero bajo una nueva forma que sólo permitía la instauración de la empresa capitalista y no la reconstitución de la antigua hacienda. Es indispensable, no perder de vista este punto, ya que la dictadura iniciada en 1973 no devolvió en su plenitud el poder a los viejos latifundistas (aristocracia terrateniente-derecha tradicional), sino que en parte importante y progresiva, lo entregó a monopolios capitalistas, quienes culminaron este proceso desarrollando el capitalismo agrario y proletarizando masivamente a los campesinos.

Desde los 90’ y continuando con la institucionalidad dejada en la dictadura, la Concertación ha generado y ampliado los marcos legales que han permitido el fortalecimiento de estos capitales nacionales, sumando a inversionistas extranjeros, generando como consecuencia una concentración de poder económico en grupos determinados de la actual agroindustria.

En lo referente al campesinado actual, podemos afirmar entonces que la descomposición que ha sufrido, es parte del paulatino desarrollo de la agroindustria y el fortalecimiento de su modelo de producción, por lo mismo, es en este nuevo ordenamiento económico-social, donde aparece el “obrero-agrícola” o “temporero”, quien corresponde a todos los asalariados que no viven permanentemente en el campo, suma que en la actualidad supera el medio millón de personas.

Para finalizar, el antiguo ministro de agricultura de Salvador Allende, Jacques Chonchol, señalaba que “la reforma agraria terminó con la clase terrateniente que se sentía dueña del país”, a lo debemos sumar, que la Dictadura y la Concertación han contribuido a crear una nueva clase social, caracterizada por la concentración del poder económico con proyecciones en lo político, donde aquel terrateniente es superado por el actual agro-empresario nacional y extranjero.

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